sábado, 8 de diciembre de 2007

Oscuros descubrimientos....





Todo estaba a oscuras, hacía muchísimo frío. Estaba en el bosque.... "¿Qué hacia alli?" no lo sabía, pero sentía una ansiedad incontrolable. Tenía que buscar algo, "¡¡¡deprisa!!!" Echó a correr por el bosque mientras jadeaba, y sudaba. Corría y corría, tan centrado en encontrar lo que buscaba, que no se percató de que estaba siendo rodeado.... "¡¡¡DEMENTORES!!!" gritó al volver la cara. Se paró donde estaba apuntándoles con su varita, mientras gritaba: "¡¡¡¡EXPECTO PATRONUM!!!!". En ese momento, de su varita comenzó a salir un chorro de agua sucia. "¿Qué es esto? ¿Qué pasa?", se preguntaba mientras los veia acercarse.... mas y mas...

De repente, despertó. Había sido una pesadilla.... (y menuda pesadilla!). Se pone un bata roja y se dirije hacia abajo. Alli, en la sala, ve a una chica sentada leyendo, pero no adivinaba quien era a causa del sueño que tenia. Cuando llegó abajo, reconició a Bea que estaba mirando un libro con imágenes de dragones...


- Bea- la llama Martin.

- ¡Ey Martin! estas despierto...

- Si... dormí muy mal, tuve una pesadilla y me desperté, ¿qué lees? - le pregunta a la chica.

- Este libro que encontré sobre la mesa.

- ¡Ah! que interesante, un libro sobre dragones....-de repente, se da cuenta de algo -por cierto, ¿tienes hora ? ¿cuanto falta para clase de Transformaciones? - le pregunta Martin.

- Una.... media hora - le responde Bea -creo que es hora de ir cambiándose.

- Si tienes razon...


Ambos se dirigen a sus dormitorios y empiezan a despertar los demas compañeros, que se visten rápido para bajar a desayunar. Entran todos juntos al gran salon y se sientan en la mesa para hablar de lo sucedido la noche anterior.


- McGonagall y Rolandus deben de estar tramando algo -dice Edu mientras se trae para si un plato con tostadas.

- Además debe de ser algo muy serio porque McGonagall parece muy nerviosa esta mañana -le responde Bea, que también lo ha notado.

- Mirad, no deja de observar a las lechuzas que entran -les alerta Gala.

- ¡Mirad eso! -dice Dulce a los chicos.


Todos miran hacia la mesa de los profesores. Una lechuza se posa enfrente de McGonagall y ésta despues de leerla sale deprisa del gran salon sin mirar a nadie y con la cara pálida.

Los chicos se miran unos a otros al ver salir a McGonagall. Tras eso, Rolandus se levanta de la mesa de profesores rápidamente mirando nervioso alrededor, y también sale del salón.


-Algo no anda bien...¡¡definitivamente!!... -dice Gala.


Al parecer, alguien más lo había notado. Se escuchaban cuchicheos por todo el salón, definitivamente, no habían sido discretos, y muchos alumnos se habían percatado de lo que había ocurrido.

En ese momento...


-Chicos ya vengo, no me siento bien -dice Martin.

- ¿QUE TE PASA? - pregunta Bea- ¿Quieres que te acompañe a la enfermeria?

- No, gracias por preocuparte Bea, estaré bien...


Martin se levanta de la mesa bajo la mirada preocupada de sus compañeros, se dirige hacia la puerta y sale del gran salón...

Jose mira la escena de los profesores y también se levanta.


-Hora de usar mis instintos detectivescos. No me esperen. Salió del gran salón y cuando estaba tomando un atajo para alcanzar a la profesora, se encontró con ella, que estaba obviamente acompañada por el profesor Rolandus.


-¿Alguien lo sabe? -dijo asustada la profesora.

-¿¿Qué saben?? ¡No saben nada! ¡¡Nada entiendés!! -le contestó casi gritando

-Sí... si.-le responde asustada.


Josefina decidió seguir a los profesores, pero el profesor Rolandus salió corriendo para coger la carta de las manos de la profesora. McGonagall volvió al gran salón, tratando de mejorar su aspecto, y poner una ilusoria sonrisa.

Jose siguió al profesor hasta adentrarse en las mazmorras. LLegó a un lugar que estaba muy oscuro y muy fresco... había pequeños frascos de crital con extrañas cosas dentro de ellos y calderos llenos de pociones con desagradables olores... Josefina se puso la capa de invisibilidad que su padre le había comprado y entró detrás del hombre a su alcoba. El profesor se sentó en el escritorio a leer la carta. Cuando terminó la arrugó y la tiró lejos. Por suerte Josefina estaba cerca y la tomó. Inesperadamente, vió que el profesor se disponía a leerla de nuevo, entonces salió corriendo antes de que descubriera que la carta ya no estaba allí. Tan furioso y centrado en sus cuestiones estaba que ni se dió cuenta de que una jovencita abría y cerraba la puerta de su habitación. Josefina no dejó de correr hasta que llegó al Gran Salón y les comunicó la noticia a sus amigos. Pero entre todos acordaron no hacer nada hasta que terminaran las clases y pudieran leerla tranquilamente en la Sala Común. Con gran esfuerzo todos lograron superar esa tarde y llegaron al final de las clases. Todos se dirigieron lo mas rápido posible a la Sala Común para leer la carta.... que con seguridad escondía algún secreto importante.

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